David Cronemberg,
uno de esos directores a los que amas o odias con todas tus fuerzas, logra que
me interese la película durante aproximadamente 30 minutos. Todo el resto de
metraje me parece superfluo y absolutamente prescindible.
Podemos hablar de
las interpretaciones. En general resultan sulfurantes la mayoría de ellas,
sobreactuando y exagerando. Los actores en ningún momento consiguen transmitir
absolutamente nada al espectador.
La historia, inicialmente,
resulta interesante, pero pierde fuerza a medida que avanza el filme, y es
culpa de un guion flojo y desangelado. Lo peor de todo es que da la sensación
que ni tan siquiera el propio director se toma en serio su película.
La dirección de
la cinta es plana. Exceptuando algunos planos concretos que, sí que me resultan
interesantes, la dirección por parte de Cronemberg no ayuda a crear una
atmosfera lo suficientemente creíble como para que el espectador tienda a
involucrarse en la cinta. La manera que tiene de rodar el director resulta
extremadamente austera y, si bien eso puede ser una virtud en algunos
directores, en algunas de sus cintas, Cronemberg tiende a ralentizar la acción
y llevar al espectador hacia momentos surrealistamente aburridos.
Cierto es que, en
la película, Cronemberg habla de aquello que resulta una obsesión para él. El
sexo como live motiv del ser humano sigue siendo, incluso en nuestros
días, la baza más interesante que tiene el director canadiense para mantener
adeptos. Y lo cierto es que Cronemberg utiliza el sexo como comunión humana,
cono nexo comunicativo entre las personas (y en algunos casos con los objetos).
La película tiene
innumerables referencias cinematográficas: Desde The invasión of the body
snatchers (1963, Donald Siegel) hasta The night of the living
dead (1968, George A. Romero). Pero resta muy lejos de tener la
personalidad que las dos cintas a las que hace referencia, pues como hemos comentado,
la cinta no cuida en exceso algunos detallas que son claves en el devenir de la
historia.
Nos encontramos,
pues ante una película de perfil bajo, que, si bien se puede ver, no deja un
poso de recuerdo en nuestro cerebro. Es una película demasiado desangelada,
como hemos comentado anteriormente, para que permanezca en nuestro recuerdo.
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